Aram Radomski

geboren 1963 in Neubrandenburg

Aram Radomski vivió su primera "experiencia reveladora de la realidad en la RDA" poco antes de cumplir los veinte. En su época de estudiante en Plauen, fue a una fiesta de carnaval en la Kulturhaus (casa de la cultura), flirteó con dos muchachas y les invitó a unas copas de vino. De repente, fue agarrado por dos enormes sujetos que lo sacaron a rastras de la sala y lo molieron a palos y patadas. Los que presenciaron el hecho llamaron a una ambulancia. Los dos gigantes lo metieron dentro de un coche. Radomski perdió el sentido.

Con la cara ensangrentada, se vio días después en el juzgado, acusado de "oponerse al poder del Estado". Radomski tuvo la esperanza de poder esclarecer esas falsas inculpaciones. Sin embargo, los jueces no preguntaron nada; tampoco llamaron a ningún testigo. Sentencia dictada: once meses. Para su suerte, la cámara alta redujo la pena a seis meses de reclusión, que cumplió hasta el último día. Al ser puesto en libertad, cuando estaba saliendo de la cárcel de Zeithain en Riesa, volvió la vista atrás, a pesar de que otros presos le habían aconsejado que no lo hiciera. "Trae mala suerte", le decían. Pero él tenía que ver esa edificación que le había robado seis meses de su vida.

Aram Radomski sabía que era inocente y se propuso hacérselas pagar a aquellos dentro del sistema de la RDA que fueran responsables de lo ocurrido. Dicho acto de agresión –como ha podido constatar– fue un montaje de la Stasi. Debía servir como escarmiento para su padre, el escritor Gerd Neumann y llevarlo a abandonar el país. 

Radomski se mudó a Berlín, donde vivió de sus trabajos de fotografía. Hacía fotografías del material que no se podía imprimir en la RDA. Su pegatina "Por favor, ¡mantenga distancia!" tuvo gran acogida. 

En otoño de 1988 se ganó la confianza de Siegbert Schefke, un ciudadano disidente de la RDA, que estaba buscando un cámara. Schefke trabajaba en secreto para el programa de televisión de Alemania Occidental Kontraste. Grababa cosas a las que no tenían acceso los corresponsales occidentales. "Necesito a alguien que tenga un buen pulso para la cámara, que sepa identificar que imágenes son adecuadas para la televisión y que imágenes no lo son", a lo que Radomski comenta: "De inmediato me vino a la cabeza: ¡Eso es! Esto es moralmente aceptable. No es una banal venganza, sino un trabajo por una causa justa. Podía acabar en la cárcel, y en el caso de que sucediese, conocería entonces el motivo de mi reclusión" Radomski dijo entonces en voz alta: "¡Cuenta conmigo!"

Entonces, fueron juntos a lugares en los que la RDA quería ocultar algo: Fueron al lago Silbersee en Bitterfeld, en el que Químicos Kombinat se deshacía de las aguas residuales contaminadas; a Espenhain, en donde la explotación de lignito dejó daños ecológicos. Fue así que pudieron filmar la destrucción paulatina de las ciudades.

Su acción magistral la lograron en 1989, cuando decenas de miles se manifestaron en las calles de Leipzig. La RDA había prohibido terminantemente que corresponsales del bloque occidental viniesen a Leipzig. Schefke y Radomski hicieron tomas desde el puente peatonal sobre la autopista de circunvalación (saludaban a los agentes de la Stasi que tenían al lado diciéndoles "buenas tardes, camaradas"), desde el techo de los grandes edificios de la estación de tren, desde la torre de la Iglesia Reformada de Trödlinring. El moderador del programa informativo Tagesthemen, Hanns-Joachim Friedrichs, comentó días después las emocionantes imágenes:"Un equipo de televisión italiano, que estuvo presente en Leipzig el lunes, nos proporcionó las imágenes".

Después de sufrir injustamente persecuciones y represión, Aram Radomski, como tantos otros, acabó convirtiéndose en un enemigo del Estado.

Karl-Heinz Baum

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