Arnold Vaatz

geboren 1955 in Weida

El diputado de la CDU en el Bundestag alemán está de vacaciones en su tierra o dicho correctamente: Comienza la semana de trabajo obligatoria en el distrito electoral de Dresde. Su oficina está a unos pocos metros de la iglesia Dreikönigskirche, en la que organizó en noviembre de 1976 una de las últimas lecturas públicas en la RDA con el autor Reiner Kunze y su libro Die wunderbaren Jahre (Los años maravillosos). Tras este acto, la Stasi inició contra Vaatz el procedimiento operativo ‟Primus”. El nombre elegido no le venía mal, puesto que Vaatz es de los que figura siempre entre las primeras filas, le gusta movilizar. Por ello es hoy también un perro viejo, un veterano de la política.

Vaatz es padre de familia por partida cuádruple y se caracteriza por hablar de forma clara. Vaatz hizo la selectividad en Greiz, estudió Matemáticas en Dresde, trabajó en la construcción de plantas químicas en la RDA, estuvo en prisión de 1982 a 1983 por negarse a prestar el servicio militar de reserva y tuvo que trabajar duramente en la planta siderúrgica de Unterwellenborn. En 1989 ingresó en Neues Forum (Nuevo Foro), se hizo miembro del Gruppe der 20 (Grupo de los 20) de Dresde y, cuando la revolución concluyó de forma pacífica, se preguntó: ‟¿Quienes son los míos?”

Una cosa tenía Vaatz clara: No lo eran los movimientos civiles que organizaban continuas protestas, ni tampoco los liberales. Genscher no le gustaba. ¿Die Grünen (Los Verdes) quizás? Pues no, no se planteaba generar miedo a la energía atómica. ¿Los socialistas del SPD? No, deploraba su discusión sobre la cuestión alemana. Los únicos que quedaban eran los demócratas cristianos de la CDU. El Canciller, en especial, fue culpable de la futura trayectoria política de Vaatz: ‟El enfoque con el que Helmut Kohl planteaba la cuestión alemana era para mí la única elección correcta”, recuerda Vaatz. Rompió entonces con lo que le era familiar y el 20 de febrero de 1990 se hizo miembro de los demócratas cristianos. Cuando su partido consiguió más del 48 por ciento de los votos en las primeras elecciones libres a la Asamblea Popular del 18 de marzo, Vaatz supo, no sólo que había hecho lo correcto, sino también que la unidad alemana que deseaba era cosa hecha.

El recién llegado a la CDU dio de que hablar. A finales de abril de 1990 publicó un proyecto de constitución para Sajonia elaborado por él mismo. Se convirtió en el vicemandatario gubernamental del distrito de Dresde y preparó la fundación del Estado Libre. Vaatz, que para algunos había pasado a ser un traidor, planificó los nuevo ministerios de Sajonia y procesó los concursos para acceder a puestos de trabajo en colaboración con los socios de Baden-Württemberg. En el Consejo del distrito, donde tenía su despacho, surgieron algunos conflictos. No había privilegios para los antiguos miembros de la plantilla. Todos tenían que presentar una solicitud. ‟El evitar el resurgimiento del viejo aparato y llevar a cabo la construcción de una nueva administración ministerial supuso un esfuerzo enorme”, recuerda Vaatz.

Este hombre sigue siendo un político hasta la médula, si bien ha desaparecido la euforia de hace 20 años. Lo que sí le molesta ‟infinitamente” es que las víctimas del régimen del SED en su mayoría no estén entre los que disfruten los frutos de la victoria, mientras que no pocos de los camaradas dirigentes de entonces hayan podido realizar un fabuloso cambio de signo.

Thomas Mayer

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