Desde pequeña, Antje Böttger escuchó de su familia, allá en su tierra natal, en la parte oeste de Sajonia, "que no se te viene el mundo encima cuando rechistas en la dictadura”. Su bisabuelo, por ejemplo, asumió el descenso de apoderado de una fábrica textil a sacristán como precio por negarse a ingresar en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP, por sus siglas en alemán) con el fin de conseguir pedidos del ejército. Cuando la propia Antje se vio confrontada con la disyuntiva de distanciarse de la iglesia o poder hacer la selectividad, tuvo claro cuál era la opción a seguir: No hizo la selectividad y decidió ser enfermera.

En 1978 siguió a su marido hasta Berlín Este y tuvo cinco hijos en el lapso de siete años. La casa era grande y siempre había alguien en ella debido a los niños. En un país en el que sólo una minoría poseía un teléfono y, por ello, no se podían anunciar las visitas planificadas con poca antelación, su casa no tardó en convertirse en el primer sitio al que acudir. Y puesto que todo el que iba era recibido cordialmente, los opositores iban a menudo y en gran número, a veces también visitantes de Occidente. La mesa de la cocina de Antje se convirtió en un importante centro de comunicación. 

Esto hace, por otra parte, que sea difícil saber a qué grupos pertenecía y a cuáles no. En cualquier caso, era miembro de Frauen für den Frieden (Mujeres por la Paz) e Initiative Frieden und Menschenrechte (Iniciativa por la Paz y los Derechos Humanos). Pero como todos acudían a ella, se la apreciaba como moderadora cuando se trataba de solventar disputas y discusiones dentro de los grupos opositores. "Los berlineses tienden a comportarse como pueblerinos”, describe ella lacónicamente, "y en mi casa, los habitantes de los diferentes pueblos de Berlín tenían que soportar el estar sentados todos juntos".

Pero también se ocupaba de otras cosas importantes, por ejemplo, la distribución de revistas clandestinas, que transportaba discretamente en el cochecito bajo su hijo menor. También conseguía el papel necesario para las diferentes publicaciones de la oposición. En 1989 se quedó libre el gran estudio de la casa de sus padres en Cainsdorf, cerca de Zwickau. La familia decidió mudarse allí. Pocas semanas tras la mudanza, Cainsdorf se convirtió en un lugar central de gran afluencia. Su marido, Martin, fue uno de los que fundaran Neues Forum (Nuevo Foro) en septiembre de ese año. La casa volvía a estar llena de visitantes, de nuevo había mucho que organizar. Antje se encargó prácticamente de llevar la oficina de Neues Forum desde la casa de la familia, situada en la montaña. Respondía la correspondencia, hacía llamadas y se ocupaba de la creación de las verdaderas oficinas en las comarcas. Cuando lo consiguió y en cada comarca de lo que antes era el distrito de Karl-Marx-Stadt llegó a haber un representante de Neues Forum, dio por cumplida su misión. Nunca tuvo ambiciones políticas.